GATTACA
Director: Andrew Niccol
Productor: Danny DeVito
Guión:Andrew Niccol
Fotografía: Slawomir Idziak
Diseño de Producción: Jan Roelfs
Vestuario: Collen Atwood
Reparto: Ethan Hawke, Uma Thurman, Alan
Arkin, Jude Law, Loren Dean, Gore Vidal, Ernest Borgnine.
Vincent es un ser humano inmerso en un mundo de sujetos manipulados genéticamente para ser perfectos; sus posibilidades de ascenso son nulas, siendo prisionero de sus propios genes. Sin embargo, alguien estará dispuesto a prestarle una nueva identidad perfecta para que pueda alcanzar su sueño de abandonar la Tierra.
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Uma Thurman es... casi perfecta |
La Humanidad, en su empeño por imaginar el futuro, se ha dedicado durante toda su historia a buscar diferentes interpretaciones para el concepto de Apocalipsis. El texto bíblico no fue más que una proposición sibilinamente inocente que ha servido como catalizador de la creatividad. Gattaca es una interpretación de ese apocalipsis, sólo que expresada en términos y conceptos correspondientes a esta tecnocultura, cada vez más biotecnocultura, en la que vivimos. Muchas veces nos hemos primero maravillado, después horrorizado atendiendo a las futuras posibilidades de la manipulación genética que los científicos, sintiendo un orgullo infantil, nos muestran con agrado. Pero la capacidad de una ciencia para ahondar, comprender y manipular los ingredientes de los que las personas estamos contituídos puede traernos consecuencias fatales para el sistema social tal y como lo comprendemos hoy. La manipulación genética puede ser la primera herramienta para una nueva discriminación aún no conocida por la humanidad, la discriminación genética. Masas enteras de seres humanos, propone Gattaca, serían desdeñados y alejados del sistema por no cumplir los requisitos que una élite (genética) exige para entrar a formar parte de ese nuevo círculo social de perfección genética. Valores como el esfuerzo personal, el desarrollo, la renovación, el estudio... que son las herramientas vigentes para nuestro éxito laboral se quedarán obsoletos en un mundo donde se pueden crear los individuos que el sistema precisa y según una serie de requisitos previos. El concepto de destino toma, así, otra nueva interpretación.
Sería un nuevo apocalipsis para todos nosotros, los que hoy vivimos en este planeta.
Gattaca, claro, no se olvida de tener en cuenta la impotencia de unos seres creadores, por el esfuerzo científico genético, de unas creaciones que ahora les discriminan a ellos en pos del desarrollo puro de la raza. Un nuevo nazismo nacido del desarrollo científico. Irónico, ¿verdad?.
Los humanos no manipulados son destinados a trabajos de limpieza y tareas rutinarias. ¿Su fallo?, no ser perfectos en un mundo donde la perfección ya no es un fin utópico, sino un medio para el desarrollo post-perfección genética. Pero Gattaca, en el transcurso de la historia, nos redescubre los defectos naturales de nuestro protagonista No-Válido (genéticamente no manipulado) como sus verdaderas virtudes; y nos muestra sus irracionalidades más viscerales, los instintos nacidos de su corazón como nuestra vía de escape de un mundo tan asfixiantemente perfecto. Al final, se convierte en nuestro pequeño heroe y en el más afortunado de todos los personajes por ser fiel a su más propia esencia y humanidad.
Y bajo estas circunstancias, Gattaca es la historia de un ser humano hijo de Dios, es decir, no manipulado genéticamente que desea formar parte de la élite de la nueva sociedad. Y es que en el futuro también existe el fraude.
Seres perfectos cuyas ambiciones han sido azarosamente frustradas se ofrecen ilegalmente a prestar su valioso material genético a "no válidos" de tal manera que estos puedan infiltrarse como escalones prestados en la Nueva Sociedad genética. Este es el pequeño truco que, primero nos ofrece una visión del futuro fraude genético, y después nos sirve para contar un proyecto de thriller... o película típica de detectives donde todas las situaciones y las herramientas policiales o estrategias de persecución y captura se han adecuado para aprovechar los beneficios del desarrollo genético. Las huellas dactilares han quedado para la historia de la investigación policial.
¿Quién dijo que Kieslowski había muerto?. Los colores, los tonos, la iluminación... todo cuanto proporcionaba a las películas de Kieslowski una identidad propia está presente en Gattaca. Los famosos tonos amarillos de La Doble Vida de Veronica, y por supuesto los maravillosos códigos cromáticos de la Trilogía Tres Colores, Azul, Blanco y Rojo, no eran mérito solamente del genial Kieslowski, sino más bien producto de la particular visión del que en todas ellas trabajaba como director de fotografía, Slavomir Idziak. El polaco, íntimo de Kieslowski, supo siempre proponernos una visión de la realidad en consonancia con la existencialista y analítica mirada kieslowskiana. El sentir de sus imágenes nos propone una prematura muerte de la ilusión, una aproximación triste y lastimosa al mundo (ya casi símbolo del más denso e intelectual cine europeo), magnífica salsa para la reflexión calmada sobre la opacidad de la realidad. Lo que Amenábar persigue en Abre los Ojos, lo consigue Idziak en una sóla fotografía... sólo que con mayor contundencia y capacidad de sugestión, al tiempo que uno disfruta con los bellísimos colores y contrastes.
En el mundo de Idziak, todo se ve tal como recordamos los sueños... con manchas homogeneas de colores primarios, sencillos, comunicativamente eficaces. No se trata de un panel de colores abigarrados, sino el simple jugar con el contraste de dos colores, y siempre manteniendo su funcionalidad en la unidad fílmica de la película.
Idziak, al mismo tiempo que nos hace soñar con su mundo, propone un ingrediente más, uno que ya conocíamos de películas como La Doble Vida de Veronica o Rojo, la tecnología. Puede resultarnos asombroso que la hundida visión de Idziak, y más en el contexto no sólo del cine europeo, sino además el de Kieslowski, destine parte de su mundo a un concepto tan innovador, territorio vedado de los filmes norteamericanos. Sin embargo, la fotografía de este cineasta polaco se combina perfectamente con las nuevas tecnologías (Gattaca es otro magnífico ejemplo). La combinación de una visión existencialista del futuro y la presencia de alta tecnología arroja un resultado de lo más pesimista, y es ahí, en el mismo sitio donde encontramos la magia en el resto de su filmografía, donde reside su encanto.
El alma de los análisis morales y las íntimas reflexiones vitales que Kieslowski propuso al mundo siguen vivas allí donde Idziak pone su cámara.
Un cada vez más interesante Ethan Hawke y la siempre sensual Uma Thurman son la pareja protagonista de una historia con un final predecible y un metraje aburrido. Pero que no sean estas las palabras que utilicemos para describir la película, que aunque ciertamente pausada, tiene la excusa de la reflexión y de la crítica. Gattaca, más que una historia, es la recreación de un mundo. La virtualidad, temporal, del mundo de Gattaca es su mayor virtud... y en la recreación de este mundo está su verdadera belleza.
Gattaca es una delicia visual; una nueva visión de la tecnología convertida hoy en biotecnología. Es un hipótesis sobre un mundo donde la ingeniería genética ha alterado intensamente el cotidiano día a día de la sociedad, hasta el punto de que a través de la discriminación, han variado incluso los protagonistas de esa sociedad. Intentar encontrar un divertimento en las comunes situaciones de los personajes es un esfuerzo en vano; hay que disfrutar la reflexión y la observación del mundo de Gattaca.